Para el Papa Francisco, perdonar y olvidar es el camino del
cristiano si quiere sentir la misericordia de Dios.
Es una ecuación, van
juntas. Si tú no eres capaz de perdonar, ¿cómo podrá perdonarte Dios?", él
te quiere perdonar, pero no podrá si tú tienes el corazón cerrado, y la
Misericordia no puede entrar, expresó durante una de las homilías en la capilla
de Santa Marta.
Dijo, la perfección de Dios tiene un punto débil exactamente
donde la imperfección humana tiende, en cambio, a no hacer descuentos, a saber:
la capacidad de perdonar.
Cuando Dios perdona, su perdón es tan grande que es como si
se olvidara. Todo lo contrario de lo que hacemos nosotros, de las habladurías:
"Pero éste ha hecho esto, ha hecho aquello, ha hecho aquello", y
nosotros conocemos a tantas personas por la historia antigua, media, medieval y
moderna, ¡eh!, y no olvidamos. ¿Por qué? Porque no tenemos un corazón
misericordioso.
"Pero, Padre, yo perdono, pero no puedo olvidar aquella
cosa fea que me ha hecho...". ¡Eh, pide al Señor que te ayude a olvidar!,
pero ésta es otra cosa. Se puede perdonar, pero no siempre se logra olvidar.
Pero "perdonar y luego me la pagarás" ¡eso, no!
Perdonar como perdona Dios: perdona al máximo. Misericordia, compasión,
perdón... el perdón del corazón que nos da Dios es siempre Misericordia.
Perdonar de corazón para
recibir el perdón de Dios. Pero recibirlo y después hacer lo mismo con los
demás: perdonar de corazón.
Quizá jamás me saludes, pero en mi corazón yo te he
perdonado. Y así nos acercamos a esta cosa tan grande de Dios, que es la
Misericordia. Y perdonando abrimos nuestro corazón para que la Misericordia de
Dios entre y nos perdone a nosotros. Porque todos nosotros tenemos que pedir
perdón: todos.
Perdonemos y seremos perdonados. Tengamos Misericordia con
los demás, y nosotros sentiremos aquella Misericordia de Dios que, cuando
perdona, olvida.
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