domingo, 15 de mayo de 2022

Jesús, una prostituta y un fariseo

 


El Cristiano.- En una ocasión un fariseo llamado Simón rogó a Jesús que comiese con él.

Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.

Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.

Cuando vio esto el fariseo que había convidado a Jesús, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.

 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte.

Y él le dijo: Di, Maestro.

Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos.

Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más?

 Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más.

Y él le dijo: Rectamente has juzgado.

 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer?

Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas esta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.

No me diste beso; mas esta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.

 No ungiste mi cabeza con aceite; mas esta ha ungido con perfume mis pies.

 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.

 Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.

Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es este, que también perdona pecados?

Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz.

Lucas 7:36-50




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