Prensa El cristiano.- Uno de los pasajes cruciales del nuevo testamento es el de la resurrección de Jesucristo, y en la primera aparición ante los vivos fueron las mujeres quienes tuvieron el privilegio de ser testigos de tal acontecimiento, en el santo sepulcro.
En los evangelios hay variaciones
en cuanto a los detalles de la escena, sin embargo coinciden en colocar a las
mujeres como las primeras en ver al Maestro. Una situación que probablemente
significó una dificultad para la iglesia primitiva porque no eran consideradas
testigos confiables por su condición de mujer.
Ellas fueron allí a cumplir con
una función que como mujer les correspondía, ungir el cadáver del Maestro,
fueron llenas de miedo y tristeza porque eran del grupo de seguidoras de Jesús.
El relato de Lucas indica que los
apóstoles no les creyeron lo que se les había sido revelado por el propio
Mesías. “Más a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían”
Lc 24:11, mientras que Juan señala “Ellos, cuando oyeron que vivía, y que había
sido visto por ella, no lo creyeron”.
Así Jesús escogió a estas mujeres
como las portadoras de un mensaje tan importante para el mundo como lo es el de
su resurrección; ellas fueron las primeras en creer, las portadoras del mensaje
y las escogidas como testigo del cumplimiento de la palabra de Dios. Las primeras
apóstoles.
Dos mil años después las iglesias
y la religión siguen en deuda con las mujeres como miembros activos en la
evangelización. Mientras que el Maestro nunca las discriminó ni consideró
inferiores poco aptas para el servicio a Dios, al contrario.
Lc 24:1-12 Mt. 28.1-10; Mr. 16.1-8; Jn. 20.1-10
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