jueves, 19 de mayo de 2022

Ahora vete, y no vuelvas a pecar



“Maestro, a esta mujer se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio. En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices?-

Jesús inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo, pero fue presionado para que respondiera.

 Lo tentaban para poder acusarlo; porque al decir que sí iría en contra de su mensaje de misericordia y bondad, también contra la Ley romana que no le permitía a su pueblo ejecutar pena de muerte.

 Por otra parte, si se negaba sería acusado de oponerse a la Ley que él mismo debía cumplir como judío.

Ante la insistencia les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.

Los acusadores quedaron totalmente desarmados en su conciencia, y uno a uno se fue hasta dejar a la mujer sola con Jesús.

 Entonces, ayudándola a incorporarse, él le dice: Mujer, ¿dónde están los que te condenaban? ¿Ya nadie te condena?

Nadie, Señor.-pregunta ella-

“Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar”.

En este relato el Maestro apeló a la autorreflexión, a la conciencia de los acosadores y de la misma mujer pecadora, a quién invitó a no caer de nuevo en el pecado.

Él no perdona el mal, sino al individuo, enseña a distinguir al acto malvado y ofrece la posibilidad de cambiar.

Esta dama no excusó su pecado. Ella no profesó ser inocente. Y Jesús implica que ella es culpable. Pero lo hizo sin añadir más dolor a su vergüenza.



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