Notielcristiano. - Muchos cristianos tienen en mente la imagen de la última cena que Jesús compartió con sus discípulos, pocas horas antes de ser crucificado, en ese momento Jesús conectó su muerte y resurrección con el plan eterno de Dios para sus hijos.
La cena ocurrió previo o durante la pascua judía, cuando ese pueblo recuerda la salida de Egipto, luego de años de esclavitud. Dios levantó entre ellos a un líder (Moisés) para guiarlos y ser la voz en su nombre ante el faraón.
Quienes conocen la historia saben que no fue una tarea sencilla, al final Dios utilizó como último recurso un ángel de la muerte para cumplir el propósito, aunque le dio la oportunidad al faraón de escuchar, este no cedió.
Jehová también protegió a su pueblo de la muerte a través de la sangre de un cordero sacrificado.
Mil años después el cordero de Dios se disponía al sacrificio de su vida para cargar con el peso de los pecados de la humanidad; los pecados pasados, presentes y futuros. A través de él Dios rescata al mundo de la esclavitud, del pecado y la muerte.
Esa noche, en la cena Jesús: “tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” Lc 22:19-20
Miles de años después ese acto sigue resonando en la historia, es la invitación a formar parte del plan que Dios tiene para la humanidad, la redención y vida eterna. Para mantener la conexión con el Creador a través del Hijo y su doctrina.
Esa noche también se manifestó la traición y el abandono de sus discípulos, Jesús oró al Padre para que le diera fortaleza a él y a sus discípulos para afrontar lo que estaba a punto de suceder.
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