martes, 30 de agosto de 2022

Iván pasó de ser delincuente a predicador

 


La vida de Iván Carrasco a los 22 años de edad era muy diferente a la de ahora; él pertenecía a una banda criminal y así sustentaba a su familia, la esposa y dos hijos.    

Robar era la forma de sobrevivir para Carrasco. Con los años fue ganando jerarquía en su grupo delictivo; era un líder del mal y eso le daba la posibilidad de atraer mujeres, llevando así una vida promiscua, contó Carrasco, desde la Plaza La Hoyada.

Así vivía la Carrasco, con su familia en un ambiente maligno en San Martín, parroquia ubicada al oeste de la capital de Venezuela.

Sus amigos lo seguían por el tener bienes más no por su personalidad.

La vida le cambió en Carrasco cuando cayó preso por hurto. Desde ese momento comenzó su camino hasta llegar a ser predicador de una iglesia en San Agustín.

Carrasco narró como al llegar al centro de reclusión en San Agustín había 120 personas es un espacio reducido, casi dormían uno encima de otro dijo, sin privacidad ni espacio para nada.

La droga y peleas era el día a día en la cárcel contó Carrasco, quien no escapó de ello porque consumía todo tipo de estupefaciente. En ese entonces tenía tres mujeres que le llevan alimentos y lo necesario para vivir mientras estaba preso.

 

Recibió una Biblia

Jesús de Nazaret fue llevando hasta Carrasco iniciando así un proceso de cambio reflexivo, el cual entiende ahora. En ese entonces cuando le informaban la llegada de los evangélicos al centro de reclusión no salía; sin embargo escuchaba el llamado dentro de sí para ir a compartir con ellos.

Dice que no le interesaba nada de la Biblia, ni de las cosas de Dios porque estaba sumergido en la adicción y para escapar de su situación se mantenía aferrado a la droga.

Cuando recibía la visita conyugal se drogaba, no tenía respeto por nadie, todo le daba igual a Carrasco.

Una tarde mientras prendía el tabaco un conocido le entregó la Biblia. Recordó que cuando la recibió estaba sentado en el piso y mirando hacia arriba, pegado a la pared. Al mirar para arriba observó como el rayo de luz del sol de la ventana alumbró Las Sagradas Escrituras de la mano del creyente, quien le dio el libro: en ese momento a Carrasco se le erizó la piel y sintió una paz pero le dio miedo, por lo que decidió no tocarla.

Acostado en su cama decidió abrir el libro y encontró el capítulo 51 de Los Salmos referido al arrepentimiento, y plegaria pidiendo purificación.

No leía la palabra; sin embargo, una tarde mientras dormía el Espíritu Santo mandó a predicarles a sus compañeros de cárcel. Dice Carrasco que debió saltar de la cama a un reducido espacio y caer de pie, cuando cayó los demás lo miraban porque era extraño verlo de a pie para hablarles, de repente su cuerpo empezó a moverse, su boca se abrió para hablar, no tenía control y grito para hablar de la Biblia, todos en el lugar sorprendidos le siguieron, comenzaron a aplaudir y escucharon lo expresado por Carrasco, quien no entendía nada de lo ocurrido por lo tímido que era.

Ya Carrasco consciente de la situación decidió acordar con Jesucristo que sí lo sacaba de la cárcel dejaba la droga, la fornicación y se dedicaba a servirle, hecho cumplido por él; pero la tentación le hizo recaer en el consumo de drogas.

 

Se alejó de los vicios

Por desobedecer cayó en el vicio de nuevo. Hasta que un día recibió la revelación en su visita conyugal. Durante el encuentro se le nubló su vista y empezó a llorar, no comprendía la situación, por lo que decidió decirle la verdad a la novia; que la engañaba con otra mujer. Ella se entristeció y no le creía. Él le pidió retirarse para reflexionar a solas la situación.

Carrasco se alejó de los vicios y predicaba a los demás. El tiempo pasaba sin respuesta de su caso, hasta que lo llamarón a juicio luego de tres años de estar en el centro de reclusión en San Agustín.

Antes de ir al Palacio de Justicia, lugar del juicio, Carrasco estaba emocionado porque su intuición le decía que iba a  salir de la cárcel. La única opción era la exoneración en la sentencia, eso le evitaba tener una condena de diez años por el delito señaló, Carrasco.

No tenía abogado, se retrasó el juicio, tenía hambre y ya estaba finalizando el día, momento difícil para una sentencia.

La duda en Carrasco lo desanimó. Retrasaron el juicio tres meses. Al regresar se mantuvo animado porque persistía en su fe. Cuando volvieron por segunda vez, ya con abogado público le dijo a la autoridad excluir parte de delito. Esto permitió a Carrasco reducir la sentencia; pero seguía privado de libertad.

Lo trasladaron a la cárcel de Yare, estado Miranda a seguir su condena; pero insistía en fe que iba a salir antes. En una jornada del gobierno a los privados de libertad condenado a menos de seis años se les daba el beneficio y Carrasco formaba parte de esos, todo era cuestión de tiempo.

 

Nueva vida

Narró Carrasco que mientras esperaba en Yare vio como quienes adoraban y leían la palabra con él hacían lo contrario a los principios y valores porque se drogaban a escondidas. Le sorprendió el momento pero no cayó en tentación.

Ese desagradable momento no alejó a Carrasco sino más bien lo mantuvo fuerte en Cristo Jesús como esperanza de vida. Al llegar la actividad gubernamental adentro de la cárcel explicó que no tenía el examen psicológico, por tal motivo su boleta de salida no podían dársela.

Cuando llegó su turno explicó su caso de no tener el examen solicitado; pero por la gracia de Dios llamaron a última hora a quienes no tenía la prueba. Al llamar a Carrasco le preguntaron: ¿Estás arrepentido de tu delito? La respuesta de Carrasco convenció a la persona, y fue liberado un 2 de febrero del 2022 en la madrugada.

Desde su salida de la cárcel, gracias a Cristo Jesús, Carrasco es un hombre nuevo. Con 27 años de edad, tres años y un mes de estar preso Carrasco resaltó que salió por decisión de Jesús de Nazaret, quien le cambió su manera de expresarse, se alejó del pecado y está lleno del Espíritu Santo.



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