Luego de la muerte de David, reinó entre 970 a 930 a.C. su hijo Salomón, quien al recibir la responsabilidad pudo enrumbar al pueblo de Israel por la prosperidad anhelada por los israelitas que vivieron en guerras, durante los cuarenta años del reinado de David. Su hermano Adonías quiso destronarlo al principio, aprovechándose de la vejes de su Padre; pero la decisión oportuna de sus súbditos, no permitió la coronación.
Dicha decisión de Salomón,
causó una respuesta agradable ante Dios porque él esperaba la solicitud de
riquezas, vida eterna o venganza; sin embargo, no fue así. Lo hecho por
Salomón, muestra lo necesario de saber pedir a Dios con inteligencia cuando, se
asume algún cargo o decidir el destino en el mundo. Tener esa intuición de saber lo mejor para la
mayoría hace tener un panorama distinto en la vida.
Luego de saber
solicitar a Dios viene la abundancia de las bendiciones, cae la cascada de
felicidad como le ocurrió al tercer y último rey de Israel. Así, con oración y
ayuno podremos saber pedir a Dios.
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